Y el tiempo se detuvo y se acabaron las palabras y el mundo se vistió de gris mientras una suave llovizna me mojaba el rostro, confundiéndose con las lágrimas. Luego el silencio, la respiración casi imperceptible. El vacío.
Una historia inconclusa para muchos, el final perfecto para otros y la perplejidad que se adueñó de todos los corazones que con recelo trataban de digerir la realidad.
Ya no está. Nunca va a regresar.
Comenzó un nuevo viaje con rumbo desconocido y lo único que queda es agradecer. Agradecer toda esa sabiduría que supo compartir, toda la disciplina, los regaños, las risas.
Y es que sin duda no voy a olvidar su peculiar forma de ser.
Hasta siempre profe y...aunque nunca se lo dije: la quiero mucho!!